MÉRIDA, BREVE RESEÑA HISTÓRICA
A
finales del siglo I a. C. Publio Carisios, por orden del emperador Octavio Augusto,
decidió asentar a los soldados veteranos (Emeritos: Soldados licenciados) de las
Legiones V Alaudae y X Gemina en el año 25 a.C. sobre la antigua y estratégica
población emeritense situada en el centro de la región extremeña y a orillas del
río Guadiana. Dominada la península por los romanos, éstos la dividirían en tres
provincias: Bética, Tarraconense y Lusitania, siendo la capital de esta última
Mérida, conocida desde ese momento como Emérita Augusta. Durante
siglos y hasta la caída del Imperio romano de Occidente, Mérida fue un importantísimo
centro jurídico, económico, militar y cultural, siendo esta capital uno de los
dos centros administrativos romanos más importantes del Occidente Peninsular.
Los suevos, en el siglo V, instalaron en Mérida la capital
de su reino, al igual que posteriormente lo harían los visigodos, dando con ello
continuidad e importancia política, económica y cultural.
En el siglo VI, y con Mausona de Obispo, el cristianismo en Mérida se arraiga
aún más, iniciándose una fe popular en la que sobresalió Mártir Santa Eulalia, patrona
de la ciudad. Mérida será Sede Metropolitana hasta 1.119 en que ésta se trasladará
a Santiago de Compostela. La llegada de los árabes a la península
y la pronta ocupación de la capital visigoda por las tropas de Muza traerá consigo
el declive de la ciudad, en comparación con etapas anteriores.
A principios del siglo XIII, en 1.230, las tropas cristianas de Alfonso IX conquistarán
la ciudad y Mérida se convierte en sede del Priorato de San Marcos de León de
la Orden de Santiago, junto con Llerena. Será en época de
los Reyes Católicos cuando la ciudad inicie una recuperación política motivada
por el apoyo del Maestre de Santiago don Alfonso de Cárdenas, defensor de la causa
de Isabel la Católica en su lucha por la corona con Juana la Beltraneja.
Por su situación fronteriza con Portugal, se verá envuelta en continuas refriegas
y batallas en época de los Austria y Borbones, sin ningún beneficio ni político
ni económico. La invasión francesa supondrá para Mérida una
lamentable pérdida de parte de su patrimonio histórico artístico, así como el
parón económico que se inició a finales del siglo XVIII. Finalmente,
la situación como nudo ferroviario de Mérida y el paso de las décadas de este
siglo, han convertido a la ciudad en un núcleo industrial y de servicio en alza,
contribuyendo a su desarrollo el interés por parte de arqueólogos e instituciones
regionales y provinciales en sacar a la luz la inmensa riqueza arqueológica que
afortunadamente cada año se viene recuperando, dando con ello más que motivos
suficientes para que su conjunto arqueológico sea declarado Patrimonio de la Humanidad
por la Unesco.
Desde principios de los años 80, Mérida fue
elegida capital autonómica, lo que le ha supuesto un cambio importante en infraestructuras
destinadas al servicio público de los ciudadanos extremeños y para los miles de
visitantes que anualmente visitan sus monumentos o asisten a los actos culturales
de fama internacional.
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