EL VOTO CONCEPCIONISTA
Fue
en un mes de junio de 1620, hace ya 383 años, cuando nuestro predecesores
en la Corporación municipal grabaron con letras de oro en la historia
de la ciudad el lema “Concebida sin pecado original” y prometieron
“guardar y proteger” solemnemente ese voto.
Desde entonces los emeritenses,
en la figura de su alcalde y sus representantes políticos, damos
fe en acto público de que Mérida sigue venerando a María y la pureza
de su concepción. No podría ser de otra forma máxime cuando la figura
de un conciudadano nuestro, el insigne Juan de Vera de Mendoza,
fue protagonista esencial en una disputa acerca de la fe católica
sucedida en la segunda mitad del siglo XV, en la que defendió a
capa y espada, en la mismísima Granada, la Inmaculada Concepción
de María.
Tampoco
podemos olvidarnos que durante esta época nació la orden concepcionista
y que, pocos años después, Mérida y su vecino Francisco Moreno de
Almaraz fundaban el convento de “las monjas encerradas” como hoy
lo conocemos, o que nuestra ciudad, al jurar la defensa del Dogma
Inmaculado en el año de 1620, se adelantaba varios años a otros
sitios de España y Europa donde actos como este no comenzaron a
celebrarse hasta bastantes años después, en 1854 cuando dicho misterio
fue proclamado Dogma de Fe por el Papa Pío IX.
En definitiva, las paredes
de este convento, parte indisoluble de la historia más reciente
de Mérida, acogen desde hace ya muchos años la renovación de una
promesa que los emeritenses han convertido en seña de identidad
y en acto imprescindible en nuestro esplendoroso calendario festivo
del mes de diciembre.
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